Miguel Lecaros “La acreditación es una consecuencia natural de hacer bien el trabajo, no es una cosa accidental”

Miguel Lecaros, Vicerrector de Aseguramiento de la Calidad y Planificación de la UDALBA

 “La acreditación es una consecuencia natural de hacer bien el trabajo, no es una cosa accidental”

“‘Calidad somos todos y todas’ no es sólo un lema”, dice Miguel Lecaros, Vicerrector de Aseguramiento de la Calidad y Planificación de la UDALBA. “Cada uno en su rol juega un papel muy importante. Yo siempre digo que la universidad es como si fuera una gran sala. Cada dependencia es una gran sala y todos tenemos responsabilidad formativa: es importante el saludo cordial, el afecto, el recibir a nuestros estudiantes de la mejor manera, que se cree un ambiente favorable. Uno a veces está más de 8 horas acá y debe sentirse confortable. Cuando decimos que todos somos universidad, significa que cada uno es importante en lo que hace”, agrega uno de los directivos que ha estado a la cabeza del proceso de acreditación de nuestra casa de estudios.

–¿Cuáles son las fortalezas de la Universidad del Alba en este proceso de acreditación?

–La principal fortaleza es la resiliencia de la institución. El 2019, con el estallido social, aparte que se le quema la sede, culminó el año académico de manera irregular. Y, a pesar de la pandemia, la universidad asumió la responsabilidad de colaborar con los estudiantes en el sentido de entregarles el equipamiento necesario para poder asumir el tema de la comunicación vía internet: la institución entregó una cantidad bastante considerable de equipos de conexión banda ancha. Además, la universidad asumió un plan de desarrollo para poder zafar de todas las debilidades que tenían provistas de estallido social, pandemia y la no acreditación del año 2019. Luego estableció quizás su principal fortaleza: dar mucho énfasis en contar con un respaldo financiero que permitiera hacer sostenible y sustentable el proyecto educativo. Lo otro muy importante fue la concentración de la universidad en una sola sede en la calle Ejército. Entonces, a pesar de todos los inconvenientes que se generaron a partir de lo que le comenté, tuvimos energía en salir adelante con el proyecto educativo, hasta al punto que hoy se está presentado el proyecto de educación con una sustentabilidad financiera en cifras azules.

El vicerrector cuenta que, después del 2019, la Superintendencia de Educación Superior estableció un control sobre las acciones de la Universidad, y que se han cumplido casi el 90% de observaciones que la Superintendencia y la propia universidad establecieron como puntos para avanzar. De acuerdo a la nueva ley 20.091, ya no es solamente la Comisión Nacional de Acreditación la que verifica resultados de eficacia, sino que también está la Superintendencia de Educación Superior y el Consejo Nacional De Educación. “Entonces, desde ese punto de vista, la Universidad ha estado sometida a esta evaluación externa, sumado a que este año también la universidad presentó 5 carreras a certificación externa, o sea a una agencia nacional e internacional.  Y se certificaron todas. Esas carreras son Odontología, Derecho, Enfermería, Psicología y Medicina Veterinaria. Ese mismo resultado de certificación alcanza la cantidad del 70% de los  estudiantes de las universidades que están en carreras certificadas”, explica Miguel Lecaros.

¿Qué significa en rigor esa certificación?

–Significa que se utilizan los mismos parámetros de la Comisión Nacional de Acreditación, los mismos estándares, las mismas dimensiones, los mismos criterios que hablan sobre proyectos educativos sobre respaldos financieros. Entonces, cada una de estas carreras se somete a esta evaluación: primero la autoevaluación de cada una de ellas; la verificación con comité de pares; y luego una visita a la institución certifica o no certifica a estas carreras, utilizando los mismos criterios de la Comisión Nacional de Acreditación.

La diferencia, entonces, es que con la acreditación los alumnos podrían postular a becas, entre otras cosas.

–Claro, lo que ocurre es que la modificación de la ley le entregó a las agencias colaboradoras de aseguramiento de la calidad sólo la calidad de certificación, no de acreditación y, repito, la certificación es un ejercicio similar a la acreditación, pero la acreditación institucional tiene esa fortaleza, ese respaldo, de que si la universidad es acreditada, dependiendo del tramo en que es acreditada, puede acceder a todo tipo de beneficio que está establecido en ley.

Pero es bueno tener presente eso, porque significa que con la certificación la calidad ya está garantizada, el tema tiene que ver más bien con beneficios.

–Claro, porque las carreras que acceden a gratuidad, según la ley, son aquellas universidades que están en el nivel de instituciones complejas, estamos hablando de 4 años en adelante. Con menos de 4 años no pueden acceder a gratuidad.

Cuál es la diferencia que usted ve en relación al proceso anterior de acreditación al que se presentó la universidad.

–Lo que pasa es que en el proceso anterior, me refiero al 2019, la universidad estaba saliendo de una crisis bastante fuerte: financiera y de gestión. Se estaba echando a andar un nuevo proyecto con nuevas autoridades y con un cambio societal importante. Por tanto, el plan de desarrollo estratégico y el proceso de matricial se estaban instalando, y la mejora del proceso financiero estaba recién partiendo.  Cuando visitaron la universidad el año 2019 eso todavía estaba por iniciarse, por eso entendemos que la acreditación institucional no pudo pasar esa brecha. Normalmente, desde los procesos de calidad uno busca resultados, y esos resultados no estaban. Ahora ya están instalados y tenemos un respaldo financiero espectacular en términos de que ya no tenemos cifras rojas y se ha ido mejorando la infraestructura en las cuatro sedes.

–¿Cómo cree usted que se cruzan los valores de la universidad en esta acreditación?

–En el proceso anterior eso no estaba desarrollado. Ahora están desarrollados esos 3 principales valores, que son la inclusividad, la solidaridad y el valor humano.  La universidad ha asumido la inclusividad, por ejemplo, tenemos estudiantes extranjeros y estudiantes con problemas de movilidad y eso da cuenta del desarrollo del proyecto declarado por la universidad.

Y eso también es importante para la acreditación.

–Sí, porque le da sustento a algo que es fundamental: las universidades tienen que dar fe pública de que su quehacer es congruente con lo que declara. Si nosotros declaramos inclusividad y que somos  una institución humana y solidaria, debe estar plasmado así. Es más, desde el momento en que nosotros estamos porque  el ingreso no sea por vía PTU y se permite el acceso a cualquier persona que cumpla ciertos estándares, también se da cuenta de esta inclusividad.

–¿Esa decisión de no dar la PTU se tomó desde sus inicios o cuando cambió el nuevo nombre?

–Cuando asume el nuevo equipo que lidera el rector Rosell, se le da énfasis a estos tres principales valores. Desde el 2019 a la fecha, el rector dice “por acá tenemos que ir”. Y sobre eso se levanta el nuevo proyecto educativo y esto hace que el directorio y el rector establezcan el cambio de nombre considerando el alba como algo que va a nacer de nuevo. Y este es el principio del renacer (…) La idea de que la PTU no sea el método de selección es del rector Rosell. La estructura del quehacer de la institución está hecha en base a esto, es decir nosotros queremos darles la oportunidad a todos a que puedan acceder a un título profesional sin este acceso vía PTU. Cualquier persona puede ingresar, pasando por supuesto por los exámenes de admisión que hacemos, y estos exámenes tienen especial énfasis en reconocer las habilidades potenciales del estudiante.

–¿Y también en esos exámenes se toman en cuenta valores humanos?

–Por supuesto, son dos tipos de test que se aplican, entre ellos está fundamentalmente (el que mide) cuáles son los tipos de valores que tiene la persona. Está bien pensado para buscar en ellos que, primero que nada, sean buenas personas y, después, el desarrollo de su capacidad técnica.

–¿Y para usted, en lo personal, qué significaría que la universidad fuese acreditada?

–Yo llevo un año en la universidad pero, desde el 2014, he trabajado en el proceso de acreditación de otras universidades y puedo dar fe de que, en poco tiempo, del 2019 a la fecha, la universidad ha dado cuenta de un proyecto serio, no exento de dificultades producto de este nuevo renacer, pero con bastante celeridad y centrada en los valores humanos, que es lo que a mí me hace sentir identificado con el proyecto.

–¿Y su intuición qué le dice?

–Hay que recordar que la acreditación institucional surge a partir de una mirada interior, por eso se llama “autoevaluación”. Esta mirada interior a nosotros nos muestra dos áreas fundamentales: gestión y docencia. Puedo decir que, desde el punto de vista de la gestión, la universidad tiene un sólido y muy fuerte desarrollo financiero; y desde el punto de vista de la docencia se han ido dando pasos muy importantes para ir consolidando un proyecto educativo centrado en los valores. Es decir el aula, el estudiante y el profesor forman parte del área fundamental del desarrollo del proyecto institucional. Tengo mucha fe en que nosotros vamos a dar buena cuenta de lo que hemos hecho, pero también dar cuenta de lo que estamos haciendo para construir un futuro para los estudiantes. En otras instituciones es más difícil acceder porque las otras instituciones tienen barreras como la PTU o barreras económicas. En el caso nuestro no es así. Los temas económicos no hacen que una persona no pueda acceder, por la cantidad de becas que se entregan y la cantidad de apoyo. De tal manera que yo tengo expectativas bastantes positivas de lo que viene para la universidad.

–¿Y esos fondos que se entregan en becas son de la universidad?

–La universidad no tiene dueños. La universidad la conforman un conjunto de accionistas que son los propios profesores. Todo lo que ingresa a la universidad es invertido en la universidad. No existe repartición de “utilidades o excedentes”. No es así. Todo lo que en la universidad ingresa vía matricula se invierte en la universidad.

–De alguna manera es una especie de fundación entonces…

-Sí, pero no tiene ese nombre. Acá existe un grupo de accionistas que son integrados por profesores, por directivos lo que hace este ejercicio es prever terminar con el lucro. Efectivamente se está haciendo un apoyo para las personas que quieran estudiar.

–Qué tan importante es que la comunidad, es decir alumnos, funcionarios y auxiliares estén comprometidos con este proceso.

–Es que esa es la diferencia con otras instituciones con las cuales yo he trabajado. Acá todos juegan un rol importante. La acreditación es la parte final del proceso. La acreditación es la verificación de lo que las instituciones hacen con ciertos estándares que la Comisión Nacional, por ley, ha establecido. Entonces hay que tener muy en cuenta que, si no hago bien una parte del procedimiento, perjudico al sistema. No se trata de imponer nada. Se trata de que si mi rol es hacer el aseo en la sede, tengo que hacerlo bien, porque es fundamental; y aquel que toma decisiones estratégicas superiores también tiene que hacerlo bien. El hacer bien el trabajo implica dar la oportunidad a todos de que puedan acceder y ser felices con lo que hacen. No se trata sólo de venir y hacer la pega como funcionario, sino que efectivamente de existir un compromiso humano por lo que tenemos que hacer.

–La acreditación le va a hacer bien a todos finalmente.

–Es que la acreditación es una consecuencia natural de hacer bien el trabajo, no es una cosa accidental. Si uno hace bien el trabajo, la consecuencia natural de ese hacer bien es la acreditación.